sábado, 7 de junio de 2014

1° sábado de junio

Luego de revolver libros en la Tienda y conversar animadamente con Nancy, al anexo de hermano William entramos Mica, Laura (que se agrega entusiasta a los bitacoreros, la hermandad, cofradía, tururúes y vaya a saber cuántas cosas más), Pablo, Jorge y, casi sobre el pucho, Sandra. Asuentes con aviso Osmar y Silvana.
Sandra nombra “Poesía argentina”, un sitio que halló investigando blogs y al que, previa “inautorización”, envió poemas de Osmar y Pablo.

Llegan Sabrina y Diego y comienza el barullo. Sandra nombra autoras estadounidenses que obtiene de “Poesía del Norte”: Louise Glück, Sharon Olds, Marie Howe y Mary Sarton. Lee “Entierro”, de esta última autora


Entierro

El anciano que había cavado el pequeño pozo
abrió las dos cajas con navaja y dejó
que las cenizas cayeran ahí,
las de un marido y su mujer,
mi padre y mi madre, que lentamente se posaron
en la tierra y terminaron por mezclarse con ella para siempre.

Vimos cómo el viento tomó una bocanada de cenizas
y largó una brizna de humo sobre el pasto-
Y eso fue todo: lo amargo de la muerte
primero se elevó en el aire y después cayó a tierra. Todo fue
terriblemente silencioso, y las cuatro personas se pararon
altas en el aire, creyendo que podían. 


Comenta cómo varía lo que se llama poesía, cómo a veces es relato o descripción. Se conversa sobre los géneros, la poesía contemporánea, la razón de ser de la clásica como soporte para la oralidad. Se nombra una seudo poesía, también una “poesía acelerada” como producto de la sociedad actual y que no es poesía.

Cerramos números de la súper mega fiesta del segundo aniversario de la Tienda.

Se conversa y prevén los movimientos para ir a ver “Epopeya Beat”, la obra de Esteban (hijo de Sandra y Gustavo). Se habla de teatro y, como llamado por la sangre, llega Gustavo. A buscar sillas.

Temas: derecho de autor; microrrelatos. Con tanta presencia es un barullo y la única manera de callarlo es ir a las lecturas.

Jorge lee “Podemos hacer algo”, poema de Susana Gantés, autora inédita:



Podemos hacer algo

Podemos hacer algo en esta noche
Esta noche sin puertas ni ventanas
Te invito al festín de los ausentes
Como único anfitrión
Te doy el santo y seña de la entrada
Podemos hacer algo
La noche está llena de miradas
Es caliente la brisa de la tarde,
intermitente,
remueve irresponsable las cortinas.
Podemos hacer algo si es que vienes
La noche trae angustias transitorias
Van y vienen sutiles.
Las ahuyenta
Un ruido clandestino ,una llamada anónima,
el tubo descolgado de un teléfono.
Una lámpara rota.
Hace rato que escucho los ruidos del insomnio
Hace tiempo que siento
el flujo inconsistente de una angustia
perfilada en la sábana del sueño
como espectral mortaja.
No traigas a esta cena las premuras del día
Ni el olímpico desden de las euforias
No te vistas de gala ni te adornes
Que tu presencia sea como el fin de la lluvia
Un poco pertinaz
Un poco transparente
Otros insistirán con sus reclamos
Yo solamente invito,
A cenar con ausentes.

Salta el tema de la lectura en pantalla, se habla de las tablet, vuelve la lectura.

Laura inicia su participación con Clarisse Nicoïdsky, autora judía que escribe en sefardí (o ladino). Pero antes lee, del poemario “Dibaxu”, a Gelman en las dos lenguas: “Oí tu voz” y “Amarte es esto”:


oí tu voz en mi ventana/ mi ventana no da a tu voz/ apenas si da al mundo/ ¿cómo vino tu voz?/ un pájaro nevado come trigo en el murmullo
del sol/
---

amarte es esto: una palabra que está por decir/ un arbolito sin hojas que da sombra/


Una preciosura. Se le pidió vuelva a leer las versiones en sefardí, tan cercano al portugués. Sabe a delicia. Laura comenta que es, en cierto modo, el origen del castellano. Gustavo Lee a Nicoïdsky: “Quemadura de hielo”

quemadura de hielo quemadura de árbol arranca el soplo más amado de mi boca. déjame si quieres sólo esta mancha de amor. ven cerca de mí, me dejaste muy sola. ¿dónde está bebiendo tu alma, qué vino de olvido? déjame,si quieres, sólo esta mancha de amor, quemadura de hielo.

Mica nos trae una sorpresa: lee de María Elizabeth Vera, nada menos que su abuela, “Mi poesía”.

Mi poesía 

Deja que escriba, 
mis confusos poemas
son de ti, son de todos.
Son de la vida, 
cotidiana y triste 
que cada noche
sube hasta la luna
hostil, indiferente, 
por las cosas que pasan 
¿quién guardará 
el rocío de la madrugada? 
¿dónde estará el amor 
que la vecina 
llora todos los días? 
El perro que era viejo 
se murió en la otra cuadra, 
la vereda está rota 
y los niños no corren. 
Con su curtida voz 
el diariero me llama, 
el teléfono suena 
pero ya me he dormido, 
el invento 
de audaces aflicciones 
frívolo vuelve 
al pomposo intelecto. 
¡Déjame en mi poesía! 

Gusta a todos, y –deslizamos– explica a Micaela.

Pablo trae a Joaquín Giannuzzi. De él, el siguiente poema:


Lluvia en el jardín

He observado el comportamiento de las mariposas sorprendidas por la lluvia en el jardín. En vano buscaron refugio bajo las hojas y en la profundidad de las flores. Pero una de ellas se elevó hacía las nubes sombrías y eligió la muerte en el rayo perdida la memoria de la especie. Yo fumaba en la galería, tendido de espaldas; yo sobrevivía tranquilamente, ensayando mi oficio de holgazán, mis vacaciones metafísicas, aunque también pensando qué clase de muerte, qué modelo de sepulcro podría convenir a mi exclusiva historia personal, la especie de pena que me correspondía.


Se lo comenta un buen rato y el libro, gordito, va de mano en mano.

Diego recita de memoria  “A un gato”, de Borges:

No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.



Saltan dos temas: Borges, resistido, admirado y de lectura obligada, y la memoria de Diego. Borges se queda un par de minutos con nosotros porque paseamos por algunos de sus poemas. Se le propone a Diego que dicte cursos. Qué sí, que no, mientras al otro lado de la mesa siguen con Borges.

Tras un insólito momento de silencio se propone, ya que están las dos puntas del aula, educador y educando, el tema de enseñar Literatura en la escuela secundaria; se habla de los diversos momentos educativos y la experiencia de los presentes. Laura habla de la dificultad escolar, la dispersión del alumno, el uso del celular, pero comparte una experiencia educativa exitosa con “Historia de Cronopios y de Famas”, de Cortázar, que fue teatralizada por los mismos alumnos. Fue un buen compartir y que da esperanza. Se dijo, a la inversa de la creencia general, que los pìbes leen. Con el pie dado por lo de Cortázar, Gustavo mecha sobre teatro.

Pero no se queda callado pues, tras hojear el libro, lee “Concierto”, de Giannuzzi.

Concierto

La tortura del violinista
en los veloces tramos finales.
El tiempo que limita
conteniendo a Mozart prisionero,
para vibrar después, insípido, en la mente
hasta una furia de desaparición
y cuerdas sumergidas 
bajo un estrépito de manos y butacas.

Pasa ya la una y media de la tarde y se acaba el concierto y la reunión. Laura, encantada. Nosotros también.

Por Jorge Della Picca

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