viernes, 30 de mayo de 2014

Segundo Aniversario de hermano William a pura poesía!

Llovizna en Santos Lugares.  Y sin embargo... la tienda está tan luminosa! Se ilumina con los que van llegando.  Con paraguas, con paquetes, con sonrisas cómplices...  Están los de siempre, los reincidentes y los iniciáticos.  Esperamos.  Hacemos una ronda de chocolates vestidos para la ocasión por Micaela y flia. para entrar en calor.  Aguardamos y cuando creemos que es momento nos vamos acomodando en sillas de distintos tamaños y alturas.  Expectantes.   Osmar entonces toma la palabra y se refiere al cumpleaños de la tienda como librería y como espacio cultural. 
Presenta a los poetas invitados leyendo:

Dos generaciones, dos lenguajes distintos, un mismo amor por la poesía.
Ambos comprenden la poesía contemporánea, y la abordan desde lugares distintos, aunque persiguen un mismo fin: el poema como vehículo hacia una interioridad capaz de interrogarse sobre aquello que nos vuelve verdaderos. Ya caídas las máscaras, el Ser habla. Un yo poético que se manifiesta sin estridencias, que encuentra su lugar en el mundo desde el lenguaje de la poesía. 
En Pablo, hay un uso del lenguaje casi de orfebre en la elección de las palabras, la música interna del verso que no reniega del lirismo (algo tan dificil de lograr, por el consabido lugar común de tanto poema sentimental).
Se diría una poesía hija del amor por las primeras vanguardias del siglo veinte. Hay sintesis, hay imagen, hay belleza.
En Sabrina encontramos una extraordinaria sintonía con lo mejor de la poesía más actual: un lenguaje en apariencia directo pero cargado de sentido. Mucha sensorialidad, mucha ternura, nada de impostación, nada de lo falsamente poético que suele mezclarse fácilmente con la verdadera poesía. Hay hondura, hay revelación. Por momentos el poema se vuelve más narrado y visceral, por momentos es sólo un susurro.
En ambos registros ella es dueña del poema, no se le escapa, no se bifurca.
Lo que el poema necesita decir está ahí; no hace falta más.
Muchas gracias.

Sabrina y Pablo, alternándose, leerán entre otros:


DESPEÑADERO
caer
de noche y sin red
hacia atrás o hacia vos

caer sin fin
de derrota tal vez

de traición o de impiedad
caer sin previo aviso
y seguir en la caída
hasta caer
de desamparo
y no gritar

y ni siquiera entender
que vas cayendo

LUGAR

eres la flecha que muerde
cada centímetro de una tarde gastada
donde un salvaje arrulla sus muertos,
y eres también esa tarde
y todos los umbrales donde la mirada se alarga,
aún los pájaros que muelen el dolor,
el canto que agita en los árboles
su lento porvenir,
y la lluvia de tu nombre
cayendo como un agua sola
sobre todos los lugares donde ya no existo.

 ÚLTIMO UMBRAL

en la curvatura de la noche
hay un poema roto,
un pan arrojado al precipicio,
el olor de las maderas desclavadas
navegando en la deriva,
o el recuerdo del agua encerrada
en la costumbre de tus ojos,
un cuaderno de plegarias inconclusas,
y las palabras que el aire reúne
donde se refugia intacto
el lenguaje de tu aroma,

ese alfabeto mínimo,
último umbral
de esta piedad
que aún mendigo.


                                                                      
                                 
                                                                                    le paradis n'est pas artificiel
                                                      Hugo Gola
 


un labio
es un barco
que navega el mundo

tus labios

juntos

separados

beben
el mar


Detesto con toda mi alma
el trabajo de los arquitectos de Palermo,
Buenos Aires es cuadrada
y es difícil perderse.
Cuando despotrico recuerdo las cinco esquinas de mi infancia:
en el barrio de las diagonales
ningún camino lleva a casa.



time machines

te juntás con amigos
poniendo tu mejor cara
de vacaciones en San Francisco
¿te das cuenta pibe
que el sol no brilla más
con tus nuevos ray ban?
y esas curvas perfectas
la ropa combinadita
con la sonrisa más blanca
que el tubo fluorescente de tu oficina
¿te das cuenta piba
que tus dientes
confunden a los peces?
pero sé que me acusarán
de que es muy fácil
sentarse en el banco de enfrente
y hablar desquiciadamente sola
  sin anteojos y sin dientes 


Cuando cierra Pablo con el poema a su padre, las manos de todos parecen no obedecer a quienes las gobiernan y nos unimos en un espontáneo aplauso que no podemos ni queremos contener.  (Ya nos ha advertido Osmar que nos cuidáramos de hacerlo antes).

Cuando cierra Sabrina se repite el mismo gesto.  Estamos conmovidos!.





Nos recuperamos.   Osmar explica que es el turno de escuchar a los demás lectores.  "Lo haremos como en MICRÓFONO ABIERTO, sólo que sin micrófono".  No son muchos los que se atreven.
Micaela lee "La última inocencia", de Alejandra Pizarnik y un poema propio: "La chica que aprecia el silencio". Pequeña gran poeta que nos enmudece!



La última inocencia
Partir
en cuerpo y alma
partir.

Partir
deshacerse de las miradas
piedras opresoras
que duermen en la garganta.

He de partir
no más inercia bajo el sol
no más sangre anonadada
no más fila para morir.

He de partir

Pero arremete ¡viajera!


Jorge lee dos textos de Sara Gallardo y explica suscintamente los datos históricos que consideró la autora al escribir sobre el pintor.


Calle Cangallo

De mis hijos prefiero los medianos. Nacieron mientras estaba en Ushuaia. En aquel sitio de frío y sin noticias, porque no sé escribir y mi mujer tampoco. Es lavandera.
Cuando cumplí, volví. Ella se levantó como a pelear. Estaban mis dos primeros hijos y estos dos en el suelo.
Me senté. Ella me sirvió la comida. Después nos miramos. Después miré a los hijos, uno por uno, los dos primeros y estos dos. Me gustaron.
Lloré y ella también lloró. Habían pasado algunos años y se notaba. Tuvimos otros con el tiempo. Fueron seis. Algo es, seis. Algo, seis hijos.
Siendo como soy inclinado a enojarme, a beber, me abstuve de otro crimen no por el pensamiento de Ushuaia sino por ellos, los medianos. No por lindos, pobre de mí, mulato y feo. No por rubios, varón y mujer, y alegres, y yo triste. No por nada, sino que los prefiero, y ellos a mí.
Por los seis vendo diarios tosiendo en esta calle que odio cada noche hasta la madrugada. Pero si alguien, me ve sonreír, es por los medianos.


J. M. Kabiyú Fecit In Ytapuá, 1618

Indio bruto me oí llamar por esto, y es verdad que lo soy, mas no por esto.
Arrodillado lo pint
é. Las gotas en mi frente punzaban como las espinas que pintaba en la Suya. Sí, de rodillas lo pinté.
De rodillas pint
é también a otro. Mis lágrimas corrían hasta el suelo pensando en él.
Indio bruto me o
í llamar por esto, y es verdad que lo soy, mas no por esto.
No por pintar llorando, arrodillado, a Judas.


 
Diego ha dicho que no va a leer sino que va a apelar a su memoria emotiva.  Cumple.  Pasa al frente y enuncia:

PULSIÓN ANÓNIMA
Caminó descalzo por el monte. Murió por una espina que le rozó la planta de un pié.

Tenía el corazón en todo el cuerpo.

Mártir
Toma hostias en el tren. Sacudón en bloque, coreo de brazadas lo acercan a lo Uno. Traspasa muros, camina sobre agua. No cura con palabras.

 



Nancy lee "Aparición  urbana", de Oliverio Girondo:

¿Surgió de bajo tierra?
¿Se desprendió del cielo?
Estaba entre los ruidos,
herido,
malherido,
inmóvil,
en silencio,
hincado ante la tarde,
ante lo inevitable,
las venas adheridas
al espanto,
al asfalto,
con sus crenchas caídas,
con sus ojos de santo,
todo, todo desnudo,
casi azul, de tan blanco.

Hablaban de un caballo.
Yo creo que era un ángel.


Concluido este momento, Osmar retoma la palabra y lee un texto escrito por Sabrina y Diego sobre HERMANO WILLIAM: "Una crónica imposible".  (lo están estrenando!!!)

A partir de entonces la cronista no puede precisar el orden de los hechos que ocurrieron después, porque está atolondrada con tantas emociones.  Hay flores, velas, suplementos con las palabras de los hacedores (Gabriela y Gustavo, ¡los extrañamos!), fotos, colores, el aroma de los termos de café que empieza a ofrecerse, más chocolates, tortas, sabores exquisitos...


Y un murmullo de voces que se superponen aunque sin estridencias.  Porque casi como en un acuerdo tácito hablamos en voz baja para no rasgar el delicado velo, el aura que envuelve a los momentos místicos.

Sutilmente advertimos las tímidas despedidas. 

Alguien al salir olvida un paraguas.
Y es que no solo ha pasado la lluvia.
Nos hemos abstraído del mundo.


















Por Nancy Manoli