sábado, 12 de julio de 2014

una reunión de aquellas...!

Estamos en la casa de Sandra y Gustavo. Nos deleitamos con unos tés, mates, placeres al alcance de un antojo. Y tenemos muchas ganas de leer, escuchar, leer...
Pablo trae un libro desconocido, de una poeta tampoco conocida por la mayoría, Laura Yasan. El libro, llamado "Loba negra", preanuncia la atracción que ejercen sus poemas sobre nosotros:

antes de dormir

cuando el sol se haya consumido
y la tierra sea un páramo helado
cuando no quede nada
ni una gota de agua
ni un programa de radio
ni un perro callejero

aun si han explotado los planetas
y el aire sea polvo
el cielo lava

aun para entonces
tu corazón y el mío
se seguirán diciendo tonterías
antes de dormir

etérea

en días ásperos
turbios como la magia cuando se ensucia en la costumbre
llego a necesitarte de una forma salvaje
y no hay razón sabés
para sentirlo
te anticipás a mí revelador
caído en la memoria con el peso asesino de una piedra

             sé que puedo quedarme

clavar las uñas en esa fiebre ronca que sale de tus ojos

aislada en el capullo de tanta oscuridad
ser más mujer que una palabra
más liviana que la seda del sueño
y no hay razón sabés
para encallar

             puedo quedarme

ajena
quererte a ultranza sin un punto de apoyo
suspendida en el centro de esa agonía azul como un planeta
condenado a su órbita.

Sandra tomará la posta, en un retruco de boquiabiertos. Con su talento para dejarnos fascinados, narrará un cuento de Cristina Siscar.

Seguirá Mica, con un poema de Oliverio Girondo:

Apunte callejero

En la terraza de un café hay una familia gris. Pasan unos
senos bizcos buscando una sonrisa sobre las mesas. El ruido
de los automóviles destiñe las hojas de los árboles. En un quinto piso, alguien se crucifica al abrir de par en par una ventana.

Pienso en dónde guardaré los quioscos, los faroles, los transeúntes,que se me entran por las pupilas. Me siento tan lleno que tengo miedo de estallar... Necesitaría dejar algún lastre sobre la vereda... 
Al llegar a una esquina, mi sombra se separa de mí, y de pronto, se arroja sobre las ruedas de un tranvía.

Luego, Diego compartirá algunos poemas de Humberto Costantini , de la antología "Cuestiones con la vida":

Adversativa

El tipo
convidaba Imparciales,
solía escuchar a Troilo con unción,
y cantaba ‘La loca de amor’
bajo la ducha.
No obstante
era un hijo de puta.
Moraleja:
ser porteño cien por cien
no es ninguna garantía;
hay quien cuelga la foto de Gardel
en el Ford Falcon.


Inmortalidad

Ocurre simplemente que me he vuelto inmortal.
Los colectivos me respetan,
Se inclinan ante mí,
Me lamen los zapatos como perros falderos.
Ocurre simplemente que no me muero más.
No hay angina que valga,
No hay tifus, ni cornisa, ni guerra, ni espingarda,
Ni cáncer, ni cuchillo, ni diluvio,
Ni fiebre de Junín, ni vigilantes.
Estoy del otro lado.
Simplemente, estoy del otro lado,
De este lado,

Totalmente inmortal.
Ando entre olimpos, dioses, ambrosías,
Me río, o estornudo, o digo un chiste
Y el tiempo crece, crece como una espuma loca.
Qué bárbaro este asunto
De ser así, inmortal,
Festejar nacimiento cada cinco minutos,
Ser un millón de pájaros,
Una atroz levadura.
Qué escándalo caramba
Este enjambre de vida,
Esta plaga llamada con mi nombre,
Desmedida, creciente,
Totalmente inmortal.
Yo tuve, es claro, gripes, miedos,
Presupuestos,
Jefes idiotas, pesadez de estómago,
Nostalgias, soledades,
Mala suerte…
Pero eso fue hace un siglo,
veinte siglos,
cuando yo era mortal.
Cuando era
Tan mortal,
Tan boludo y mortal,
Que ni siquiera te quería,
Date cuenta.

También nos trajo este poema de Jorge Leónidas Escudero:

Ante la inmensidad
 
Fue alguna de esas noches en que miraba cielo
en lejanías sobre campo oscuro y vi
cruzárseme un relámpago lejano. Fue tal
como ver chispear una idea
en el umbral de otro mundo.

Es como si en el fondo del desierto hubiera
querido hacerse luz una verdad pero
pasó fugaz y quedé a oscuras.

Parece que la inmensidad
quiere decirme un secreto y al ver
que todavía falta mucho en mí
queda muda.
 
Laura compartirá de´"Las pequeñas memorias" de Saramago, un poema titulado "Protopoema", escrito en su juventud. Quizás hoy lo que más recuerde es esa imagen de adolescente fascinado por la voluptuosidad de la naturaleza, una belleza que nos acompaña desde la infancia y nos protege de la cotidianidad, del trabajo diario, de las bocinas de la ciudad.

Gabi leerá dos poemas. El primero, de Marta Melero "Un ángel de ceniza", y el segundo, "Primera causa que me nombra", de Tino Villanueva, poemario Prisma:

Primera causa que me nombra

Escribo dejo de escribir escribo
Otras veces me distraigo y me levanto
Me vuelvo a sentar y me siento otro,
y es mediodía un jueves contra el sol.
Escribo y como el salmista sigo escribiendo
a fin de dar con los versículos que faltan,
con la justa entonación de lo que importa.
Escribo porque escribo y pasan minutos,
pasan nubes.
Y puesto que ya es tarde,
todo va oscureciendo
y se empieza a dibujar un cielo constelado.
Entretanto, me dejo llevar
Por la condición de la memoria
-primera causa que me nombra-
que me persuade a escribir sobre lo escrito.
Ser y seguir siendo:
soy el que sólo existe más
si está escribiendo.


Para cerrar (at last but not at least) Osmar nos trae al gran Cesare Pavese: 

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

 Vendrá la muerte y tendrá tus ojos 
 esta muerte que nos acompaña
 desde el alba a la noche, insomne, 
 sorda, como un viejo remordimiento 
 o un absurdo defecto. Tus ojos 
 serán una palabra inútil, 
 un grito callado, un silencio. 
 Así los ves cada mañana
 cuando sola te inclinas 
 ante el espejo. Oh, amada esperanza, 
 aquel día sabremos, también, 
 que eres la vida y eres la nada. 

 Para todos tiene la muerte una mirada. 
 Vendrá la muerte y tendrá tus ojos. 
 Será como dejar un vicio, 
 como ver en el espejo 
 asomar un rostro muerto, 
 como escuchar un labio ya cerrado. 
 Mudos, descenderemos al abismo.


Así, sin palabras, nos quedamos todos nosotros también...


Por Sabrina García

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