sábado, 5 de abril de 2014

Primer sábado de abril

Casa de Osmar. Llueve. Ana María nos recibe locuaz y por primera vez participa de nuestra reunión, tendremos que ver cómo convocarla para próximos encuentros.

Al decir de Nancy, de a uno con paraguas y sostenidos, los bitacoreros fuimos desfilando por Hermano William, casi una peregrinación. Alguno fue bendecido con una fuente de confituras de naranja salseadas con chocolate que todos disfrutamos y entre mmh! Y glups se nos fue deslizando el nombre de nuestra amiga entre la boca y la garganta….Nancy, tu nombre fue hasta el estómago ¡Gracias!

Tras charlas caóticas de “Todos al mismo tiempo” casi un revivir de salita de 4, Jorge toma la palabra pidiendo con fervor ¡Silencio!...costó

Lee una carta de Mujica Lainez dirigida a Sara Gallardo incluido en la edición del libro “Eisejuaz”:

"Querida Sara: Esta mañana terminé la lectura de tu novela «Eisejuaz», que me mandó, con otras, la Editorial Sudamericana, y de inme¬diato sentí la necesidad urgente de enviarte unas líneas de felicitación muy entusiasta y muy sincera. ¡Qué libro extraño y bello has logrado! No imagino cómo se te ocurrió, ni cómo te atreviste a emprenderlo. ¡Qué audacia! Todo se ajusta en él a la perfección: la psicología del con¬movedor —tan humano y santo— indio mataco; la atmósfera en la cual se desarrolla su vida; los personajes que lo rodean encabezados por el infernal Paqui; el idioma con el cual Eisejuaz narra su historia terri¬ble y absurda, una lengua que implica una verdadera creación, que manejas admirablemente de un extremo al otro del libro, y que me temo sea contagiosa. Ojalá la gente comprenda lo valioso de tu texto. Ojalá —como me sucedió a mí— atraviese, deje atrás, la sorpresa, la desazón de las primeras páginas y, una vez adaptada a las exigencias de un relato que hubiese perdido notablemente si no hubiera sido redac¬tado así, se interne en la singularidad alucinante del mundo que te adeu¬damos. No sé —lo ignoro casi todo de la literatura latinoamericana— si en otro país de nuestro continente han intentado nada, por ese mismo y peligroso camino. Aquí, tengo la certidumbre de que no existe nada en el tipo de tu libro, el cual será seguramente imitado [...]. Nos lle¬naremos, por causa tuya, de confesiones indias. Aunque, ¡quién sabe! No es tan fácil. [...]
En fin, me despido saturado, gracias a ti, de imágenes nuevas y quedo en compañía de un héroe mitad ángel y mitad monstruo que, en el medio de la mediocridad intelectual que nos rodea, se alza con la robustez de un testimonio.
Te abrazo. Manucho"

[Carta inédita, facilitada por Paula Pico.]

Se produce una serie de comentarios acerca del desconocimiento de la literatura latinoamericana por parte de Manucho.

Jorge lee un poema de Jorge Boccanera:


Un hombre 

un hombre se me viene cayendo por la sangre 
con una copa rota entre los dientes 
no soy yo 
somos todos 
la soledad 
el tajo de odio en la memoria somos 

un hombre se me viene derrumbando 
por la oscura saliva del silencio 
salpicando mis ojos con antiguas cucharas 
lágrimas que él inventa cuando pisa 
los charcos de mi sangre 

un hombre se me viene cayendo por la herida 
no hagan música o fuego 
no soplen ni respiren 
quiere decirnos algo 

hay un sur de rodillas preguntando 
dónde estábamos todos 
cómo fue que dejamos crecer la indiferencia 
para que de una puerta salga el enceguecido 
tirando puñetazos al aire 
echando espuma por la boca 

un hombre se me viene cayendo por la sangre 
con pasos de borracho 
no hagan ruido no escupan 
no demoren 
quiere decirnos algo. 

Sandra lee un fragmento de Jazz de Toni Morrison y un poema de Adrienne Rich
(breve discusión sobre la posibilidad del retorno a un mismo punto, se cita El mito del eterno retorno de Mircea Eliades)

Sabrina cita “Vivimos con la ilusión de convertirnos en un recuerdo” o “ Se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo”. 
Antonio Porchia

Finalmente, Sandra lee:

Jazz – fragmento
Toni Morrison

"Ssst… yo conozco a esa mujer. Vivía rodeada de pájaros en la avenida Lenox. También conozco a su marido. Se encaprichó de una chiquilla de dieciocho años y le dio uno de esos arrebatos que te calan hasta lo más hondo y que a él le metió dentro tanta pena y tanta felicidad que mató a la muchacha de un tiro sólo para que aquel sentimiento no acabara nunca. Cuando la mujer, que se llama Violet, fue al entierro para ver a la chica y acuchillarle la cara sin vida, la derribaron al suelo y la expulsaron de la iglesia. Entonces echó a correr, en medio de toda aquella nieve, y en cuanto estuvo de vuelta en su apartamento sacó a los pájaros de las jaulas y les abrió las ventanas para que emprendiesen el vuelo o para que se helaran, incluido el loro, que decía: «Te quiero.»"

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Los tigres de tía Jennifer 
Adrienne Rich

Los tigres de tía Jennifer bailan a través de la pantalla                                        

Brillantes topacio ciudadanos de un mundo verde, 
No le temen a los hombres de abajo del árbol; 
Marchan caballerescos en la bruñida certidumbre.

Los dedos de la Tía Jennifer vibran a través de su lana
Encontrando también la aguja de marfil tan difícil de retirar

El  peso masivo de la banda de casamiento del Tío
Se posa pesadamente sobre la mano de Tía Jennifer.

Cuando Tía este muerta, sus espantadas manos descansaran
Inanimadas con el anillo de las ordalías que  dominó.
Los tigres en el panel que ella hizo
Continuaran bailando, orgullosos y sin miedo



Gustavo cita algo de Heisenberg con Bohr  “………………………………………..nos hace ciegos a lo trascendente” (Gustavo, completá)
Osmar agrega: “La ciencia avanza pero la poesía está un paso adelante” (no recuerdo de quién es la cita)
Siguen una serie de citas que así suenan desarticuladas. Las que anoté:
“Un golpe de dados no abolirá el azar”
“Un coup de dés jamais n’abolira le hasard”  Mallarmé
Pauly: “Las hadas siempe van de a pares”

Luego, Mica lee: 

Las preguntitas 
Atahualpa Yupanqui

Un día yo pregunté:
¿Abuelo, dónde esta Dios?
Mi abuelo se puso triste,
y nada me respondió.

Mi abuelo murió en los campos,
sin rezo ni confesión.
Y lo enterraron los indios
flauta de caña y tambor.

Al tiempo yo pregunté:
¿Padre, qué sabes de Dios?
Mi padre se puso serio
y nada me respondió.

Mi padre murió en la mina
sin doctor ni protección.
¡Color de sangre minera
tiene el oro del patrón!

Mi hermano vive en los montes
y no conoce una flor.
Sudor, malaria y serpientes,
es la vida del leñador.

Y que naide le pregunte
si sabe dénde esta Dios:
Por su casa no ha pasado
tan importante señor.

Yo canto por los caminos,
y cuando estoy en prisión,
oigo las voces del pueblo
que canta mejor que yo.

Si hay una cosa en la tierra
más importante que Dios
es que naide escupa sangre
pa’ que otro viva mejor.

¿Qué Dios vela por los pobres?
Tal vez sí, y tal vez no.
Lo seguro es que Él almuerza
en la mesa del patrón.

Pablo leyó: 

Alguien Que Despierta 
Aldo Pellegrini

Abre tus ojos de barro
tus ojos de cielo y de noche interrumpida
tus ojos de alfombra, tus ojos pisoteados
ábrete a la luz y a la sombra y a los vientos
a la sombra negra que arrojan los cuerpos.
Árbol de la ceguera, de las muertes,
camino de las desapariciones,
marchas hacia los ojos abiertos del tiempo
hacia el agua pura del instante que corre
cuando te detienes te tornas invisible
cuando andas te destruyes
sólo eres la sombra de la idea de ser
pero con el hueco de tu mano ves todo
por el hueco de tu mano te derramas,
cuerpo ávido de caricias de atmósferas,
mil veces impasible, mil veces tierno
pero finalmente absorbido por la nada
que corroe lentamente el agua del tiempo

La jornada nos deleitaría con un exquisito y divertido almuerzo, una sabrosa expresión de los colores de la naturaleza. Fuimos muy felices degustando:





Osmar nos compartió un poema inédito de Raúl Gustavo Aguirre, sacado del baúl de los archivos mágicos:




Y antes que Sandra partiera, Sabrina leyó:


Gato Onza
Diana Bellessi


Qué hay allí, en las hojas
de bordes que aletean
flotantes en el aire

y es el aire quien
se acuna, ligereza
de lo lleno, humo, velo

que al peso de este bosque
hace aéreo y lento
su salto disparado?

Gato Onza, belleza
moteada en el instante
de ser entrega pura

Ah, presente: ¿confunde
el alma duración
con existir? Hay otra

hoja dice, otra agua y
felinos verdaderos
sin saber que el claro es

lo que el bosque es al
claro: abigarrado
y ligero tumulto


del ser


La vigilia poética finalizaría cerca de las 18 horas, luego de repetir té, macitas y leer algunos poemas de Hugo Gola, poeta, por supuesto, amigo de Osmar, y del que tenía al menos tres libros:


AQUELLO que no se puede
aquello que no es posible
aquello que nadie puede
precisamente 
aquello 
que ya no puedo
ni tú puedes
ni él
aquello 
precisamente 
que no puede nadie
ni hoy
ni nunca
precisamente aquello
aquello es 
precisamente 
precisamente


empezar

           cuando todos
             se hayan ido

             depositar
                en la corteza
               mínima

        en la orilla
            que por momentos
            se hunde

      en el ave
          que vuela
       en el árbol
         que vuelve
           a florecer

        depositar allí
            y nada más



(continuará...)
 (Por Sandra Real y Sabrina Garcìa)

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