sábado, 3 de mayo de 2014

Primer sábado de Mayo en la casa de Sabrina

Esa mañana fresca de otoño, Sabrina (con su nuevo look), recibió a los turururú’s  en su casa. Allí se encontraba Silvana, que hace tiempo que no venía a las reuniones, y Micaela. Luego llegaron en “patota”, Osmar, Sandra y Pablo, y finalmente, Diego. En esta reunión, nos pasamos gran parte de la mañana debatiendo sobre las actividades del grupo, además de otras cosas.
Casi a las doce del mediodía, antes de que partir, Sandra leyó un poema llamado "Desiertos", de Ana Emilia Lahitte:  
               
Desiertos

Los hombres azules
frontera de las altas dunas.

No hablan de la sed
con quien la desconoce.

Como alimento
intercambian silencios de arena.

Parecen separarnos horizontes
eternos.

Ignoran
que con ellos convive otra sed.
Exhausta
Sin oasis.

La de nuestros desiertos.

Luego Silvana se fue, y después de mucha charla, de tomar varias tazas de té y llenar nuestros estómagos con tostadas y el budín que cocinó Sabri, continuamos con la lectura. 
Pablo compartió dos poemas, "Lluvia", de Roberto Bolaño y "Alba inmóvil", de Marcelo Pichón-Riviére: 

Lluvia 

Llueve y tú dices, es como si las nubes
lloraran. Luego te cubres la boca y apresuras
el paso. ¿Cómo si esas nubes escuálidas lloraran? 
Imposible. Pero entonces, ¿de dónde esa rabia, 
esa desesperación que nos ha de llevar a todos al diablo? 
La Naturaleza oculta algunos de sus procedimientos 
en el Misterio, su hermanastro. Así esta tarde 
que consideras similar a una tarde del fin del mundo 
más pronto de lo que crees te parecerá tan sólo  
una tarde melancólica, una tarde de soledad perdida 
en la memoria: el espejo de la Naturaleza. O bien 
la olvidarás. Ni la lluvia, ni el llanto, ni tus pasos 
que resuenan en el camino del acantilado importan; 
Ahora puedes llorar y dejar que tu imagen se diluya 
en los parabrisas de los coches estacionados a lo largo 
del Paseo Marítimo. Pero no puedes perderte.  

                  
Alba inmóvil  

Te vuelves hacia lo que no tiene tiempo, la lila
Intocada del otoño. Alba inmóvil de tu cuerpo. 


Sabri nos leyó unos versos de Marguerite Yourcenar, de su libro "Fuegos"


Ardiendo con más fuegos... Animal cansado, un látigo de llamas me azota con fuerza las espaldas. He hallado el verdadero sentido de las metáforas de los poetas. Me despierto 
cada noche envuelta en el incendio de mi propia sangre. 

 * 

Nunca he conocido otra cosa que no fuera la adoración o el desenfreno... ¿Qué estoy 
diciendo? Nunca he conocido sino la adoración o la compasión. 

 * 

 Los cristianos rezan ante la cruz y la besan. Les basta ese trozo de madera, aun 
cuando de él no cuelgue ningún Salvador. El respeto debido a los ajusticiados acaba por 
ennoblecer el inmundo aparato del suplicio: no basta con amar a las criaturas; hay que 
adorar asimismo su miseria, su envilecimiento, su desdicha. 

 * 

Cuando lo pierdo todo, me queda Dios. Si pierdo a Dios, vuelvo a encontrarte. No se 
puede poseer al mismo tiempo la noche inmensa y el sol. 

 * 

Jacob luchaba con el ángel en la tierra de Galaad. Aquel ángel era Dios puesto que su 
adversario fue vencido en la lucha y herido en la derrota. Los peldaños de la escalera de oro 
sólo se ofrecen a los que aceptan primero ese «knock-out» eterno. Es Dios todo lo que nos 
pasa, todo aquello de que no hemos triunfado. La muerte es Dios, y el mundo, y la idea de 
Dios para el imbécil boxeador que se deja vencer por su gran batir de alas. Tú eres Dios: tú 
podrías romperme. 


 No caeré. He llegado al centro. Escucho el latido de un reloj divino a través del 
delgado tabique carnal de la vida llena de sangre, de estremecimientos y de jadeos. Estoy 
cerca del núcleo misterioso de las cosas así como en la noche nos hallamos, en ocasiones, 
cerca de un corazón. 


Y también nos recitó, "Alguna Sombra, algún poema", de Jorge Curinao: 


Alguna Sombra, algún poema

Temo no hallar la noche 

El poema se escribe
como quien desata flores en la boca de un muerto,
palabra por palabra. 

Mi desnudez exige pequeños espacios, 
donde habitan huesos y animales 
donde nadie
donde nunca 
donde nada. 

El poema se escribe. 


Micaela nos compartió el poema "Canto", de Alejandra Pizarnik, en conmemoración por su cumpleaños, que fue el pasado 29 de Abril: 

 CANTO 

 el tiempo tiene miedo 
 el miedo tiene tiempo 
 el miedo 

 pasea por mi sangre 
 arranca mis mejores frutos 
 devasta mi lastimosa muralla 

 destrucción de destrucciones 
 sólo destrucción 

 y miedo 
 mucho miedo 
 miedo. 


Finalmente le tocó el turno a Diego, que leyó "Albatros", de Charles Baudelaire: 

El albatros 

Por distraerse, a veces, suelen los marineros
Dar caza a los albatros, grandes aves del mar,
Que siguen, indolentes compañeros de viaje,
Al navío surcando los amargos abismos.

Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas,
Estos reyes celestes, torpes y avergonzados,
Dejan penosamente arrastrando las alas,
Sus grandes alas blancas semejantes a remos.

Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil!
Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco!
¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa,
Aquél, mima cojeando al planeador inválido!

El Poeta es igual a este señor del nublo,
Que habita la tormenta y ríe del ballestero.
Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío,
Sus alas de gigante le impiden caminar.


Y así terminamos nuestra reunión sabatina, debatiendo y recordando el cumpleaños de Alejandra. 

(Por Micaela Zabini)

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