sábado, 24 de mayo de 2014

4to sábado de mayo - Como huellas en la arena, tan intensas como provisorias

Fuego encendido, calor humano, té casero y delicias varias.
Alrededor de una mesa representantes de varias generaciones, nos reunimos nuevamente convocados por una misma pasión.
Palabras desde el alma que despiertan deseos, sueños, emociones y todo aquello que da sentido a nuestra existencia, y nos hace sentir vivos.
Luego de dar curso a la tentación de sabores que colmaban la mesa, una tarea especial cobró el protagonismo de este encuentro. 
“La organización del festejo del segundo aniversario de nuestro actual hogar literario” 
La energía entusiasta de Osmar le permitió sortear este nuevo obstáculo que la vida le ha planteado, para liderar la reunión con la motivación de un niño que juega (valga la redundancia) a su juego favorito. Quiso cuidar hasta el más mínimo detalle del evento, que simboliza, su modo de aferrarse a la vida. Decidido a sostenerse en pie a pesar de toda adversidad, encarnó uno de sus más valiosos legados. “La pasión por disfrutar de la vida”.
Como dijo el encuentro pasado: 
Sino puedo escuchar me queda la lectura y la escritura, y si me quedo ciego, disfrutaré de todos los sabores de una rica comida.
¡Gracias Osmar por estas bellas y sabias palabras! Quizás esta actitud de vida sea la mejor de sus poesías.
Titular nuestras voces fue uno de los desafíos del encuentro. 
“hermano Wiliam y yo”, propuso Jorge, buscando destacar la intimidad del singular lugar que cada uno de nosotros le da a este espacio. Su experiencia de hombre de manos curtidas por el trabajo de años, le suelen dar a sus palabras un sesgo por momentos polémico, pero con la madurez y el valor de quien con valentía se animó a redefinir su camino para seguir su sueño de niño. Como le dijo su viejo un día “vos estás para más que esto”, y sin desmerecer su origen, emprendió un camino de permanente auto superación.
 Del otro lado de la mesa, la frase “La pluma de la Hermandad” comenzó a cobrar fuerza, más allá de la alergia que el tinte religioso, despertó en algunos.
Finalmente logramos consenso, luego marchas y contra marchas, “Las voces de la Hermandad”, comenzaron a escucharse. Una apretada rueda de lecturas cerró el encuentro.
La belleza de las palabras escuchadas solo fue para mí “como huellas en la arena, tan intensas como provisorias”, sin embargo puedo recordar… 
La luz de la sonrisa de Sabrina, y la profundidad de sus intervenciones. 
La sagacidad y lucidez del humor de Pablo, ese corte sorprendente que nos alerta siempre de los mil y un sentidos de las palabras. 
Las interesantes observaciones y comentarios de Gabriela. 
La tímida contundencia de las palabras de nuestra pequeña gran Micaela.
Y la fuerza de la cadencia entre cortada del discurso de Diego, que le da un sesgo tan singular a sus ricos aportes. 
Por mi parte, como comenté encuentros pasados, me sentí nuevamente como una niña de dos años que escucha con admiración las conversaciones de los grandes, sin conocer la mayoría de las veces de quien se habla, pero “con la piel erizada”, “conmovida”, por este regalo que hoy me da la vida al compartir este espacio de aprendizaje y descubrir un nuevo mundo. 
Para concluir, parafraseando a Alicia Fernández, (psicopedagoga Argentina) esta crónica es la arena que me quedó en los pies del recorrido de esta tarde de mayo. 

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En este encuentro, Diego leyó a Walt Whitman, No te detengas:


                                                                   NO TE DETENGAS

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
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 Pablo nos trajo al bello Arnaldo Calveyra:
 No me has encontrado, me anduve empapando de rocío.
Temprano, irisado.
 
Iba cantando, iba contándome, iba abriendo maizales con el canto al canto.
 
los perros lo toreaban a Dios de tan visible.
 
                                                   ...
 
Dormirás en casa. En el país de las alacenas.
Dos sillas juntadas por la raíz serán la cama.
 
A la ventana un apagón de estrellas, los perros junto a la puerta,
nosotros.
 
Subirá la lámpara, el barrilete serenísimo entregado.
 
El aire, la madrugada, el rocío.
 
Y subirá, no, no volverás.
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Jorge nos leyó a Ana Ajmátova:


No, no bajo un extranjero firmamento

ni bajo el amparo de extranjeras alas 
-estuve entonces con mi pueblo, 
donde mi pueblo, por desgracia, estaba.

DEDICATORIA
Las montañas se doblan ante tamaña pena 
y el gigantesco río queda inerte.  
Pero fuertes cerrojos tiene la condena,   
detrás de ellos sólo «mazmorras de la trena» 
y una melancolía que es la muerte.  
Para quién sopla la brisa ligera, 
para quién es el deleite del ocaso  
-Nosotras no sabemos, las mismas por doquiera,  
sólo oímos el odioso chirriar de llaves carceleras 
y del soldado el pesado paso.  
Nos levantamos como para la misa de madrugada,  
caminábamos por la ciudad incierta,  
para encontrar una a la otra, muerta, inanimada, 
bajo el sol o la niebla del Neva más cerrada, 
mas la esperanza a lo lejos canta cierta...
La sentencia... y las lágrimas brotan de repente, 
ya de todo separada,
como arrancan la vida al corazón, dolorosamente
como si hacia atrás la derribaran brutalmente,
pero marcha... vacila... aislada...
¿Dónde están ahora aquellas compañeras del azar,  
de mis años de infierno desnudo?  
¿En la borrasca siberiana cuál es su soñar,  
qué imaginan en el círculo lunar? 
A vosotras os envío mi adiós y mi saludo





Por Silvana Filadoro

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